Porque SIEMPRE ESTARÁS CONMIGO
Para ti…
Lo primero, me gustaría decir que este no es un post cualquiera, eso sí, el aprendizaje es el mayor que se puede contar. Es algo que llevo dentro y tengo la necesidad de expresar para quedar tranquila y serena. A través de este medio ni de ninguno me gusta contar temas personales pero esta vez quiero despedir a alguien más que especial, una persona que ha estado a mi lado durante toda mi vida y que por supuesto, lo seguirá estando.
Recibo una llamada, es mi madre, su voz es entrecortada, solo pronuncia la palabra “abuela” y caigo derrumbada en mi silla del trabajo. Me espero lo peor, y es que oír a mi madre con ese tono de voz es algo extraño si no es porque no hay marcha atrás, y lo que se avecina es lo que muchas veces habíamos ya pensado por los numerosos y complicados encuentros que hemos tenido en el hospital.
Rápidamente una de mis compañeras me acerca al hospital. Debo decir que todas ellas me apoyaron desde el principio hasta el final y se lo agradezco con todo mi corazón pues sin ellas aquella llamada habría sido muchísimo más difícil. Una vez allí, veo a mi madre, está llorando, y me dice que solo hay 2 opciones; una es que sea feliz por fin, como ella quería y la otra que se quede, pero sin consciencia ni absolutamente nada, los días o meses que tengan que ser. Por supuesto, la primera opción es la que todos deseábamos. Rápidamente yo pedí entrar a ver a mi abueli para darle un beso y verla, no sabía si por última vez. Cuando la vi pude darme cuenta de que no había marcha atrás, los médicos nos dijeron que era cuestión de horas. Ese momento, al escucharlo….es en el que el alma se te desgarrra, rompo a llorar de forma desconsolada, y lo único que quería era estar a su lado hasta que no escuchara su respiración, ese era mi consuelo y mi alivio en ese momento. Mi hermana aún no lo sabía, cuando entró por la puerta de urgencias, donde yo la estaba esperando, pensaba que era “otra vez más” pero cuando me miró a los ojos, comenzó a hablar muy rápido y rompió a llorar a la vez que nos sumergíamos en un abrazo interminable. Estos duros momentos serían menos duros si estábamos juntas. Todo esto sucede el miércoles, le acompañamos durante toda la noche pero su respiración seguía con fuerza, el jueves era nuestro cumpleaños, el de mi hermana y el mío, sí, somos gemelas. Llevábamos más de 24h sin dormir, con nervios constantes y la segunda noche decidimos irnos a descansar unas horas a casa siendo conscientes de que si no descansábamos un poco iba a ser complicado aguantar hasta el final. Yo tenía el presentimiento de que el jueves no fallecería, el día de nuestro cumpleaños no iba a suceder, y en efecto, esperó hasta la madrugada del día siguiente para dejarnos definitivamente. Esa noche, 3.40 de la madrugada, cuando recibo una nueva llamada de mi madre, lloré, lloré mucho pero sabéis, descansé, el sufrimiento de estar con ella en una habitación del hospital sabiendo que no había marcha atrás era un auténtico sufrimiento aun sabiendo que ella no era consciente de absolutamente nada. Se había cumplido su deseo, ella quería irse, no quería estar más aquí, y mira que discutí veces con ella por este motivo, para que entendiera que si marchaba, mi hermana y yo lo íbamos a pasar fatal y siempre le preguntaba si eso lo quería. Su respuesta siempre era la misma “pero mis niñas si yo ya he hecho mi vida, vosotros ya todos tenéis la vuestra, yo no quiero seguir aquí, ¿qué pinto ya?”. Quería irse con mi abuelo, lo decía todos los días. Por ello y otras muchas cosas, sé que ahora es muy feliz y que nos va a cuidar mucho allá donde esté.
Mi abueli, Felisa, era una mujer muy valiente, por la época que le tocó vivir sufrió lo indecible, lo que le hizo ser de hierro. En su día hacía de enfermera en el pueblo, y hoy en día seguía visitando a todos los enfermos que podía ofreciéndoles toda su ayuda. Ella me decía que si naciera hoy habría sido misionera, y es cierto, habría sido muy muy feliz aunque como yo le decía “¡ya… pero no nos habrías tenido!” y nos echábamos a reír. Además, fue costurera para los grandes almacenes durante muchos años, tenía unas manos que valían oro. Innumerables los arregles que nos ha hecho y las almohadas para mi espalda. Esto de las almohadas lo van a entender muy bien mis compañeros de trabajo, pues tengo una muy especial para la silla del despacho que cuando me voy de vacaciones siempre digo “cuidármela bien, que me la hizo mi abueli y no se la pueden llevar”. Y por último, ¡madre para muchos! y esto, toda mi familia lo tiene más que presente.
Para mi hermana y para mí, mis abuelos lo eran todo. Cuando nacimos, nada más salir del hospital, su casa fue la que pisamos primero, mis padres tenían que trabajar y era la única forma posible. Fuimos creciendo en casas compartidas. Hasta los 15 años no hubo fin de semana que no lo pasáramos en casa de mis abuelos. Mi madre llamaba todos los días y estaba muy pendiente pero el trabajo le impedía estar con nosotras todo lo que le hubiera gustado. Ya mayores, con 16 años, mi hermana y yo tomamos el rol de “otras hijas más”, les llevábamos donde necesitaban, si estaban malitos, teníamos que ir ella o yo para llevarles al hospital porque si no se negaban en rotundo y nosotras, aunque con dificultades, lo solíamos conseguir. Cuando empecé a trabajar, cada día, no fallaba uno, a la salida, siempre llamaba a mi abueli a ver qué tal y si tardaba mucho por cualquier motivo, sobre las 19.30, era ella la que me llamaba para ver qué sucedía. ¡Cuánto lo echaré de menos!.
Con este post quiero honrar a mis abuelos pero en especial a mi abuela, a mi abueli, que se fue hace unos días, el 24 de junio. Me queda el consuelo de que es muy feliz allá donde esté, que nos va a estar apoyando y protegiendo durante todos los días de nuestra vida y que no tuvo una pizca de sufrimiento cuando todo sucedió. Que su despedida fue rápida como ella quería, y que toda su familia y muchísimos amigos estuvieron con ella, acompañándola hasta el final como no podía ser de otra manera.
Y el gran aprendizaje de este post; gracias a que la muerte existe, la vida cobra el protagonismo que merece. Debemos disfrutarla, ser lo que queramos ser, hacer lo que queramos hacer, amar sin temores y buscar la felicidad a cada instante.
Abueli, TE QUIERO Y TE AMO CON TODO MI CORAZÓN. Por SIEMPRE JAMÁS ESTARÁS EN MÍ y sé que yo en ti. Descansa en paz mi abuelita.
Cristina González Manzano